Muchas veces, cuando se habla del trabajo que se hace en las entidades tendemos a pensar sólo en lo que hacen en ellas los niños, niñas y adolescentes: juegos, actividades, deporte, campamentos… pero ¿se trabaja exclusivamente con ellos y con ellas? ¿se olvida la importancia de la familia, el colegio, otras actividades etraescolares…? La respuesta es claramente no, y hoy me gustaría hablar un poquito en esta entrada del blog de cómo se enfoca esto en NAIF y la evolución que poquito a povo se va viendo en este aspecto año tras año, curso tras curso.

Desde que entré en NAIF hace dos cursos se ha ido apostando cada vez más por ampliar el trabajo que se hace con las familias. Sabemos que es muy importante para el bienestar de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con los que trabajamos el bienestar de sus familias y la seguridad en los entornos donde viven y se relacionan. Desde que nació la entidad, se ha incluido a la familia como un agente más en el desarrollo personal de los y las participantes de las actividades, trabajando conjuntamente con ella a través de reuniones, seguimientos, llamadas… para alcanzar el éxito en la consecución de los objetivos de trabajo planteados con los y las menores. 

Sumado a todo esto, poco a poco según nuestros ritmos de trabajo nos lo han ido permitiendo, nos hemos ido planteando nuevos objetivos de trabajo, incluyendo distintos grupos sólo para adultos en los que los padres y las madres de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes sean el centro y puedan disfrutar de espacios propios de ocio, deporte y formación, desarrollándose personalmente a través de diferentes actividades y talleres. Actualmente contamos con un equipo de baloncesto que entrena todas las semanas, un grupo de ocio que todos los miércoles realiza actividades propuestas y elegidas entre todas (salidas culturales, talleres de informática, juegos…) y un grupo formativo en el que de forma bimensual se profundizan en distintos temas.

Dentro de todas estas acciones que se están llevando a cabo con las familias me gustaría hablar de una experiencia muy positiva que tuvo lugar hace unos días.

El pasado 28 de noviembre tuvimos el primer taller formativo del curso, en el que hablamos sobre alimentación y hábitos saludables. Muchas veces, con el ajetreo del día a día, no tenemos tiempo para pararnos a pensar en como todas las pequeñas acciones que llevamos a cabo afectan a nuestro bienestar y al bienestar de las personas que tenemos a nuestro alrededor. Este primer encuentro estaba diseñado para pararnos a relfexionar sobre qué cosas hacemos, identificar actitudes saludables y aquellas que no lo son tanto y ser capaces de decidir, con el conocimiento en la mano, qué cosas estamos dispuestas a cambiar y qué cosas de momento no podemos o no queremos cambiar. 

La metodología que se utilizó fue participativa, divididas en pequeños grupos fueron realizando una reflexión (a través de un mural con recortes de fotos y frases) de qué cosas son buenas y cuáles no para su salud y la de sus hijos e hijas. Después, cada grupo puso encomún con las demás el trabajo que habían hecho y las conclusiones a las que habían llegado y se pudo extender el debate a todas e ir resolviendo las dudas que iban surgiendo. 

Fue muy positivo ver y escuchar los distintos trabajos y opiniones, resolvernos las dudas las unas a las otras y plantear nuestras inquietudes. Para finalizar, se reflexionó a nivel individual, mediante un horario semanal,  de cuál es su rutina de la semana y qué cosas pueden o quieren cambiar o mejorar y qué cosas de momento no están dispuestas a dejar de lado o por distintos motivos no pueden.

Durante esta sesión, no solo se habló de alimentación y ejercico, sino que se dio mucha improtancia a la salud como algo global, que se demuestra en múltiples acciones cotidianas como pueden ser el autocuidado, el ocio, el descanso y las relaciones interpersonales. El taller fue valorado muy positivamente por todas las personas que participamos, el único inconveniente fue el tiempo y “la llamada de la obligación” para volver a nuestros quehaceres. 

Personalmente creo que estos espacios son muy gratificantes por distintos motivos: el primero, que son solo para adultos y por un momento las personas que participan pueden centrarse en ellas mismas y olvidar las responsabilidades y los cuidados. El segundo, porque nos permiten conocernos más y acercarnos las unas a las otras a través del conocimiento de nuestras distintas realidades, opiniones y estilos de vida. El tercero, que nos permite expresarnos en libertad, escuchar y ser escuchadas y elegir qué temas y actividades nos interesan y queremos tratar y cuáles no. 

Toda experiencia nos sirve para aprender y mejorar en nuestro trabajo diario y esta, sin duda, me ha permitido llenar de cosas buenas mi mochila de recursos y sacarle mucho jugo a esas dos horas de reflexión y trabajo en equipo.

 

Mercedes Lera Ramírez

Educadora y Coordinadora del programa de apoyo educativo